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22 febrero 2016

SEMILLERO DE TOMATES.


 La segunda quincena de febrero es el tiempo en que suelo poner mi semillero de tomates. No en todas partes ha de hacerse
en estos días. Todo depende de la climatología y, especialmente, de la latitud y altitud en que tengamos ubicado nuestro huerto. He aprovechado “la creciente” lunar, que es la mejor aliada para todas las siembras.
Aquí, en La Alcarria, debemos tener en cuenta que las bajas temperaturas retrasarán el desarrollo de las plantas que deberán estar trasplantadas entre mediados de abril y mediados de mayo. Son, pues, un mínimo de dos meses los que tendremos nuestras plantas de tomates en el semillero. Debemos estar atentos a los pronósticos a largo plazo del tiempo que vendrá.
Los tomates que cultivamos en El Rincón de La Isidra son los mismos que cultivaba mi padre hace más de 50 años. Tras fallecer –un año más tarde- mi madre me dio una pequeña bolsa de plástico que contenía tres hojas de periódico con semillas de tomates procedentes de los que él cultivaba en mi pueblo natal.
Ignoro cómo obtuvo, o de dónde consiguió, esta variedad de tomates tan sabrosos y aromáticos, y feos, eso sí, muy feos de aspecto, que han dejado en la localidad un rastro o trazabilidad de su nombre. Basta preguntar a cualquier hortelano del lugar por sus tomates para que conteste: “Son de los de tu padre”, o “Son de los de Luftolde”(1), o “Son del plantel que me dio Luftolde, tu padre”… Un orgullo para nosotros. De hecho yo los he bautizado como “tomates Luftolde”, atendiendo a los múltiples comentarios de los vecinos del lugar.

LAS SEMILLAS.
Para conseguir las semillas de nuestros futuros tomates podemos optar por comprar semillas en sobres o por seleccionarlas de nuestros propios tomates o de los de algún amigo o vecino que “tenga buena fama”. (También podemos comprar las plantas, ya listas para poner, en algún vivero o mercadillo).
En mi familia, desde siempre, se han extraído las semillas de tomates propios previamente seleccionados.

PROCESO.
1º.- Se deberán seleccionar tomates de la “primera flor”, que estén en la parte más baja de la tomatera. Y se dejarán que maduren mucho más que los que habitualmente recogemos para nuestro consumo. Si optamos por cogerlos a “medio madurar” los pondremos en una bolsa de plástico en un lugar no expuesto al sol. Madurarán igualmente. 

2º.- Cortamos el tomate por la mitad y lo exprimimos -como hacemos con un limón de forma manual-, dejando que las semillas caigan sobre un colador metálico de cocina. Podemos ayudar al proceso con una cucharita de café.
3º.- Colocamos el colador bajo el grifo, lavando las semillas para deshacernos de las impurezas que no nos interesan. 
4º.- Damos un par de sacudidas al colador para que suelte parte del agua que contiene y volcamos su contenido en un papel o cartón. 
5º.- Esparcimos las semillas para que no estén amontonadas, favoreciendo así el secado y la futura recolección para su almacenaje. Y etiquetamos. (En este estado pueden guardarse, en lugar fresco y seco, hasta el momento mismo en que decidamos hacer nuestro semillero). 
6º.- Podemos optar por, pasadas unas semanas, “despegar” las semillas de los papeles o cartones y guardarlas en pequeños frascos, con sus etiquetas y referencias características. Esto es lo que yo hago.

LA SIEMBRA
Hace años que vengo utilizando unas bandejas de polipropileno prácticamente irrompibles. Las tengo de 48 vasos y de 22. Proceden de un vivero forestal que 
vino a menos.
Las de 22 cavidades vienen preparadas de fábrica para poder ser apiladas. Una opción muy interesante y práctica para aquellos que contéis con poco espacio.

1º.- Llenaremos todos sus alvéolos de mantillo (yo lo mezclo con arena de río o con tierra cribada).
2º.- Compactamos dejando un par de cm hasta el borde superior.
3º.- Depositamos entre 2 y 4 semillas por cavidad. (Cuando tengan dos hojas verdaderas podemos suprimirlas o trasplantarlas a otras bandejas, dejando en cada alvéolo una).



4º.- Cubrimos las semillas con un cm de nuestra mezcla (tierra + mantillo) 
y compactamos 
5º.- Regamos y colocamos en lugar protegido de las heladas.

Y en unas semanas veremos unos resultados espectaculares.

Hasta entonces, amigos. 

(1).- Mi padre, ya fallecido, tenía por nombre LUFTOLDE. Hasta que no llegó Internet desconocíamos que fuera nombre de mujer ¿O acaso no?

1 comentario:

  1. Muchas gracias por compartir sus conocimientos, lo llevaré a la práctica cuando tenga tiempo.
    Esperando la temporada Luftolde

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